martes, 31 de julio de 2012

Anime y madurez


¿Cómo se mide la madurez de una persona? ¿Cómo saber cuándo alguien es maduro? ¿Cómo calificar si se es más o menos maduro que otro? Y tal vez más importante, ¿qué es madurez?
Me pregunto esto por algo que me pasó ayer. Me encanta el anime. Soy feliz cuando veo animaciones japonesas que recrean historias de ficción pero que dejan muchas más enseñanzas y están mejor construidas que, por ejemplo, la televisión colombiana. El caso es que ayer veía por centésima vez (la verdad ya perdí la cuenta) Evangelion: Death & Rebirth, que es una película creada para completar el final de Neon Genesis Evangelion, una serie de culto de la que cualquier conocedor de anime ha escuchado. Pues bien, mientras veía esta obra maestra de la animación japonesa, mi mamá me dijo “ya es hora de quemar la etapa de ver dibujos animados”.
Yo no reaccioné. Por lo menos no visiblemente. Quiero decir, seguí viendo Evangelion, pero no pude dejar de pensar lo que me había dicho. Porque, yendo un poco más al fondo, el mensaje que subyace en la frase es que la animación, los dibujos animados, están pensados para personas de cierta edad y que al superar esa edad, es hora de dejar de verlos, pues de no hacerlo, se haría cosas propias de niños, se sería inmaduro.
Tal vez esta es una cuestión sin importancia, pues no dejaré de ver anime por eso, sin embargo, sigo con la curiosidad de por qué las personas consideran que los dibujos son para niños.
En el caso particular de Evangelion, nadie puede decir que sea una historia para niños. Psicológicamente es bastante pesada. Los personajes no son nada virtuosos sino que, al contrario, no son buenas personas y ninguno debería ser un modelo a seguir. Pero me pregunto, ¿el hecho de que una historia para adultos sea narrada con dibujos la inhabilita? Mucho más lejos, que se le agreguen componentes ficticios como humanos creando dioses y ángeles bajando a la tierra a destruir a la humanidad, ¿convierten la historia en algo infantil?
Mientras discutía sobre el tema, alguien a quien considero inteligente (joder, jamás pensé que lo diría) me dijo que la madurez podría ser el nivel de conocimiento que una persona tenga. No obstante, no estoy de acuerdo con ese concepto. Me parece más acertado decir que, quizá, la madurez se refiera al nivel de conciencia que una persona tiene sobre su universo. Es decir, cuando alguien conoce su mundo, cuando lo ha aceptado como su lugar para ser y entiende qué está bien y qué está mal en él, ha alcanzado la madurez.
En ese sentido, no veo cómo el hecho de tener una gran imaginación y poder ver historias ficticias de “muñequitos” pueda afectar el nivel de madurez de una persona. Como refuerzo, sé que el cine animado inicialmente no nació para niños, sino para adultos. La relación de aquel con lo infantil se dio a raíz de la explosión comercial de Disney Pictures y las demás productoras que le siguieron.
Finalmente, esta es la cosa más gaseosa que he escrito en mi vida. No llegué a ninguna conclusión, no entendí qué es madurez y no encontré una forma de medirla. En síntesis, esta entrada es pura charlatanería sin sentido.
Lo único claro es que, después de todo, seguiré viendo anime.

martes, 24 de julio de 2012

Basura televisiva: Protagonistas de Nuestra Tele


Yo no veo televisión colombiana: simplemente la odio. Cansado de tanta basura, un día decidí ignorar las producciones de este país. Sin embargo, el pasado domingo, por cosas que no vienen al caso, vi un episodio del bodrio de moda de RCN, una burla contra el intelecto llamada Protagonistas de Nuestra Tele. Si no me equivoco, el programa trata de un grupo de personas comunes que quieren comenzar una vida actoral.
Ahora bien, con el único episodio que vi me di cuenta de lo falso que es el programa. No logro entender cómo hay personas que no se dan cuenta porque, siendo realistas, cualquiera con mediana capacidad de raciocinio es capaz de ver la verdad. Es tan obvio, que sólo hay dos opciones: o los colombianos son una manada de eunucos mentales que no ven algo tan evidente; o son tan cerrados, pero sobre todo masoquistas, que conociendo la realidad, ven ese remedo de concurso porque lo consideran divertido. No sé qué opción sea peor pero, sinceramente, ambas reflejan lo que somos.
Volviendo al tema de la falsedad del programa, es evidente que los participantes son actores. Es decir, el supuesto concurso que debería ser espontáneo, sin planes, en realidad es el cumplimiento de un libreto previamente establecido. En el capítulo que vi, una mujer con un problema en un ojo ataca a otro personaje. Como consecuencia de ello, la mujer es expulsada del programa. Y aquí va mi primera crítica. Aparece Andrea Serna, una de las pseudo-periodistas de este país para informarles sobre la expulsión. En ese momento, en una muestra de la falta de respeto de RCN hacia los televidentes, Serna se convierte en adalid  de la moral. Con un discurso que parece más falso que el talento de ella, se expresa sobre lo injusto de la violencia en la casa estudio y comenta que ese tipo de prácticas es inaceptable. Para terminar, dice que “Todo el país tiene los ojos en ustedes. ¡Ya basta!” (¿Lo dijo en serio?). El caso es que en ese momento los participantes reaccionan y dos de ellos empiezan a gritar como si estuvieran enloqueciendo, pero lo hacen de forma tan pésima, actúan tan mal, que ni siquiera debieron clasificar para estar en el programa.
Convencido de la falsedad de los participantes, intenté comprobarlo y decidí investigar. Finalmente, esta tarde pude entrevistar a alguien que afirma conocer a Angélica Jaramillo. Mi entrevistada me confirmó lo que pensaba: que los supuestos participantes son actores. En el caso concreto de Angélica, me dice que ella ya era algo famosa antes del programa, pues había trabajado como modelo y cantante. Y por si fuera poco, actuó en otro bodrio llamado “La reina del sur” (que también debe ser basura).
No sé si el problema radica en que los participantes ya hayan tenido contactos con el  mundo actoral. Tal vez lo más escandaloso es que, aun siendo actores, sean tan malos que incluso los de la extinta “Padres e hijos” parecen buenos. Pero es inaceptable que RCN tenga en tan poca consideración a su audiencia que ni siquiera se preocupa por fabricar mentiras creíbles. Aunque, pensándolo bien, este país de tiene la industria cultural que merece: una industria de ignorantes para ignorantes, de imbéciles para imbéciles y de parias para parias. Una industria que, en conclusión, sólo intenta mantener el statu quo de este país de borregos e idiotas útiles.
Y aunque entiendo esto último, me es incomprensible que la gente vea algo así. La verdad, una parte de mí murió ese domingo.